El próximo domingo (22 de noviembre) se cumplirán 25 años desde que Colin McRae se convirtiera en el primer piloto de origen británico en adjudicarse el Campeonato del Mundo de Rally. Quizás su nacionalidad no sea lo más significativo de aquel, logro, sino que fue la coronación de un as del volante, una figura que quedó grabada en la memoria de todos los aficionados a la categoría por su exótica espectacularidad.
Esa tarde de fines de 1995, el escocés también fue el competidor más joven en llegar a la cima. Tenía 27 años y 109 días. Para más, la consagración llegó en su tierra natal, que habitualmente cerraba el calendario de la disciplina. Junto a su navegante Derek Ringer, se bajó del Subaru Impreza 555 azul y amarillo fluo en la rampa de llegada en Chester y fue aclamado por el público que lo esperaba.
Vehemente y rápido -entre los más rápidos que se han conocido jamás-, McRae encaró el 51º Rally de Gran Bretaña con un cometido para nada fácil. Su compañero de equipo en Prodrive, Carlos Sainz, empataba con él en la tabla de puntuación hasta ese momento definitorio tras las controversiales órdenes ejecutadas por David Richards en la fecha anterior, disputada en el asfalto de Cataluña, donde el madrileño se quedó con el triunfo.
Esperando el éxito de su compatriota, casi dos millones de espectadores acudieron a los barrosos tramos del RAC. Colin pronto apareció al mando, pero cayó detrás de Sainz al sufrir un pinchazo. Aceleró a fondo, el único modo que conocía, retomó la punta y se impuso por 36 segundos de ventaja al cabo de cuatro etapas y 510 kilómetros de pruebas especiales, asegurándose la corona por cinco unidades.
Su padre Jimmy, quintuple campeón británico, recuerda: “No me puedo olvidar en la llegada de la multitud y de los trompos que hizo frente a la cantidad de ente que llegó desde Lanark, nuestro pueblo, para recibirlo. Colin me dijo ‘Se siente increíble ser campeón del mundo…porque el mundo es un lugar muy grande, ¿cierto?’, en medio de ese entorno extraordinario”.
Como si fuera poco, la escuadra oficial Subaru copó el podio, con Sainz y Luis Moya segundos y Richard Burns tercero junto a Robert Reid.
Diez años antes, McRae había aprovechado que su familia había viajado de vacaciones por unos días, se quedó en casa y se anotó en un evento local, falsificando la patente de un viejo Hillman Avenger para poder correr a los 17 años.
En 2007, un trágico accidente en helicóptero acabó con su vida, la de su hijo Johnny y también con la de un amigo y su hijo, que viajaban en la aeronave. A partir de entonces, Colin McRae se transformó en una leyenda del Rally.